miércoles, 24 de febrero de 2010

33. Angelina o el honor de un brigadier



Ya parecía trasnochada aquella definición de la palabra honor en su versión más calderoniana, aquella que el DRAE define como gloria o buena reputación que sigue a la virtud, al mérito o a las acciones heroicas, la cual trasciende a las familias, personas y acciones mismas de quien se la granjea. Ya parecía, digo, un anacronismo que languidecía en las obras de nuestro teatro áureo, cuando la palabra en cuestión ha vuelto a salir de la vaina de Crespos y Gutierres blandiendo las páginas de nuestros periódicos. Durante la gala de los Goya, Álex de la Iglesia apelaba a la "fuerza" y al "honor" en su defensa del cine español; el columnista de ABC, José Utrera Molina, abominaba hace unas semanas de la "vandálica invasión del Gobierno socialista, esta apoyatura indiscutible de todo lo que significa destrucción indiferente ante los que creemos en valores superiores, en el culto del espíritu y en la estimación verdadera de méritos que constituyen las pruebas más altas del honor"; y a finales del año pasado, la vicepresidenta De la Vega y el ex presidente del PP en Baleares, Jaume Matas, defendían su honorabilidad ante sendas acusaciones relacionadas, la una, con recalificaciones de terrenos y la otra con el caso Palma Arena, respectivamente. Fuera de nuestras fronteras se sigue matando en nombre del honor, como hace unas semanas ocurría en Turquía, donde hallaron el cadáver de la niña Medine Memi, enterrada viva por su padre para "salvar el honor de la familia", pues la niña "salía con chicos". La lista sería prolija.

A estos adalides del honor les vendría muy bien acudir a la representación de Angelina o el honor de un brigadier, de Enrique Jardiel Poncela, que se encuentra de exitosa gira por toda España. En ella, el brigadier don Marcial debe defender su honor ante la afrenta que Germán, un ridículo donjuán, ha proferido sobre el buen nombre del brigadier, al convertirse en el amante de su esposa Marcela y, tras ella, de su hija Angelina. Esta última, a su vez, está comprometida con Rodolfo. El lío, pues, está servido. A lo largo de la obra, la reparación del honor vertebrará todo el guión, con el matiz diferenciador de que esta no es una obra de Calderón o de Lope de Vega, sino de Jardiel Poncela y, claro, la cosa cambia. El lenguaje altisonante del brigadier sonará ridículo ante los absurdos lances de honor que se irán sucediendo, como aquel hilarante duelo a muerte preñado de despropósitos, y que desacralizan los rancios valores de antaño. A ello hay que añadir la caricaturización del donjuán de la obra, para que la parodia sea completa.


Son interesantes, además, las críticas literarias a las florituras poéticas almibaradas, personificadas en Rodolfo, así como la inclusión del maquinismo, que testimonia, visto desde nuestro tiempo, la ingenua expectación de principios del siglo XX por las nuevas tecnologías; así, el velocípedo, el ferrocarril o el cinematógrafo. También aparecen algunas novedades en la puesta en escena, que comulgan con el tono general de ruptura con el teatro anterior, como es el traslado de algunas escenas al mismo patio de butacas. Llama la atención, sin embargo, cómo Jardiel Poncela respeta escrupulosamente la unidad de tiempo clásica, quizás cumpliendo con la sutil pero deliberada ironía del autor.
En definitiva, un buen antídoto para tanto brigadier suelto, todavía en nuestros días, a los que les sobran demasiados galones.

[Se puede encontrar información sobre la gira y otros aspectos de la obra en el blog que el propio director, Juan Carlos Pérez de la Fuente, y otros miembros de su equipo gestionan: El blog de Angelina]

miércoles, 17 de febrero de 2010

32. Cometas en el cielo

Cometas en el cielo es la primera novela escrita por Khaled Hosseini, médico musulmán afincado en Estados Unidos a raíz de la invasión soviética de Afganistán, que versa sobre la amistad de dos niños: Amir y Hassan, un hazara que sirve en casa del primero. La historia comienza en 2001, pero la acción se sitúa en 1975 en Kabul pues el narrador-protagonista, Amir, mediante un flash back da testimonio del gran error que cometió en su infancia y que intenta subsanar: Me convertí en lo que soy a los doce años. Era un frío y encapotado día de invierno de 1975. Recuerdo el momento exacto: estaba agazapado detrás de una pared de adobe desmoronada, observando a hurtadillas el callejón próximo al riachuelo helado. De eso hace muchos años, pero con el tiempo he descubierto que lo que dicen del pasado, que es posible enterrarlo, no es cierto. Porque el pasado se abre paso a zarpazos. Ahora que lo recuerdo, me doy cuenta de que llevo los últimos veintiséis años observando a hurtadillas ese callejón desierto. El pequeño Amir anhelaba que su padre estuviera orgulloso de él, por ello puso todo su empeño en ganar la competición anual de cometas que se celebraba en su ciudad. Lo consigue gracias a la ayuda de su inseparable Hassan, mas cuando éste sufre el acoso de otros niños que le reprochan su origen hazara, Amir es incapaz de salir en su ayuda y permanece agazapado observando cómo su amigo es víctima de brutales vejaciones.
He aquí el error cometido por Amir que será la causa del distanciamiento de los niños. A partir de este momento, la situación política en Kabul comienza a cambiar pues tiene lugar la guerra afgano-soviética que obliga a la familia de Amir a exiliarse a Estados Unidos. De alguna manera, Amir logra escapar de ese pasado que le atormenta, pues su sentimiento de culpabilidad es profundo y sincero. Sin embargo, la llamada telefónica de un viejo amigo - Rahim Kan- removerá los fantasmas de su infancia y le dará la oportunidad de volver a ser bueno. Una forma de cerrar el círculo. Con un pequeño. Un huérfano. El hijo de Hassan, que estaba en algún lugar de Kabul.
Esta súplica provocará que el protagonista regrese a su tierra, motivo que sirve para presentar al lector la lamentable situación por la que estaba pasando Afganistán tras la llegada al poder de los talibanes. Lo que al principio de la novela había sido un bello retrato que ofrecía la cara más amable de los afganos -respetuosos con sus tradiciones ancestrales, generosos, con un sincero sentido de la amistad y sin fanatismos religiosos excesivos- se convierte en un negro óleo en el que predominan la oscuridad, la soledad, la muerte y el dolor. A través de los ojos de Amir, somos testigos de la desolación de Kabul y, por extensión, de todo el país. Son muchos los testimonios desgarradores que se recogen a lo largo de la novela: El Afganistán de tu juventud ha muerto hace tiempo. La bondad ha abandonado esta tierra y es imposible escapar de las matanzas. En Kabul el miedo está en todas partes, en las calles, en el estadio, en los mercados, forma parte de nuestra vida, Amir agha. Los salvajes que gobiernan nuestra watan no conocen la decencia humana. (...) Escombros y mendigos. Era lo único que veía donde quiera que mirase. Los había en todas las esquinas, vestidos con harapos de arpillera, agachados en cuclillas y tendiendo las manos manchadas de barro pidiendo limosna. Y en su mayoría eran niños enjutos y con caras tristes, algunos no mayores de cinco o seis años. (...) Era la primera vez que yo veía a un talibán. Los había visto en televisión, en Internet, en las portadas de las revistas y en los periódicos. Pero en ese momento me encontraba a cinco metros de ellos, diciéndome que aquel repentino sabor que notaba en la boca no era el del puro miedo, diciéndome que, de pronto, mi carne no se había encogido hasta tocar los huesos y que el corazón no latía acelerado. Allí estaban. En todo su esplendor.
Otros muchos temas se abordan en la novela, tales como la difícil situación a la que se enfrentan los exiliados. Recordemos que Amir y su padre dejan Afganistán por Estados Unidos y ello lleva implícito un gran sufrimiento, una tristeza y una añoranza de sus raíces que nunca les abandonarán. Por otra parte, la figura femenina queda exaltada ya que Hosseini dibuja un perfil muy diferente al que estamos acostumbrados a ver en televisión de la mujer musulmana. Lo mismo sucede con la religión. Obviamente, los personajes son musulmanes mas no se observa en ellos el radicalismo absurdo que posteriormente practicarían los talibanes. De hecho, el padre de Amir es bastante liberal y llega a declarar en diferentes momentos su poco apego a las tradiciones religiosas. Hay, por tanto, un enaltecimiento del pueblo afgano que está sufriendo los cruentos zarpazos de los talibanes. Contra este grupo integrista el escritor carga todas sus tintas, sin dudarlo eleva su voz contra su modo extremo de proceder. Por encima de todos estos núcleos temáticos, planea la amistad de los niños y el arrepentimiento de Amir. Si una cometa fue la causa que desencadenó la pérdida de su relación con Hassan, también será la que al final de la historia le dé la llave de su redención.
En definitiva, Khaled Hosseini presenta una entrañable y conmovedora historia que pone de manifiesto que la vida ofrece siempre una segunda oportunidad para subsanar los errores del pasado y que la amistad es uno de los mayores tesoros que puede poseer el ser humano. Hermosa reflexión en un mundo pragmático, materialista e individualista, en el que cada vez tienen menos cabida los sentimientos más profundos e importantes.

domingo, 7 de febrero de 2010

31. ¿De cuándo acá nos vino?

La Compañía Nacional de Teatro Clásico ha vuelto a recuperar una de las comedias de capa y espada más desconocidas de Lope de Vega con motivo de la celebración del 400 aniversario de la aparición del Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo que tuvo lugar en 2009. El montaje sigue de gira en este nuevo año, hecho que ha permitido al público alicantino disfrutar de nuevo del buen hacer de esta compañía.
El título de la comedia recoge una expresión que en la actualidad ha caído en desuso. Según el DRAE, "de cuando acá" se emplea "para indicar que algo está o sucede fuera de lo regular y acostumbrado". Precisamente es una situación atípica la que nos presenta el dramaturgo, pues en las tablas aparecen dos mujeres, madre e hija, disputándose el amor de un mismo hombre. La acción gira en torno a una realidad histórica del siglo XVII: la llegada a Madrid de soldados procedentes de Flandes que agudizan su ingenio para sobrevivir. Uno de ellos es Leonardo, un joven y apuesto alférez que arriba a la capital con la misión de entregar una carta a la hermana del Capitán Fajardo. Arruinado económicamente, decide cambiar el contenido de la misiva y le comunica a doña Bárbara que es el hijo secreto de su hermano. Ésta, madre soltera, decide acoger a su sobrino en su casa y colmarlo de atenciones pues desde que lo ve, siente una pasión irrefrenable hacia el joven. Su rígida concepción de la vida queda olvidada y no duda en enfrentarse a su propia hija, Ángela, la cual está perdidamente enamorada de su supuesto primo. La madre emplea sus peores artimañas para alejar a los enamorados y acuerda su propio matrimonio con el alférez, el cual acepta como solución última para seguir cerca de Ángela. El enredo, por tanto, está servido pues ante los ojos del espectador desfilan mentiras, trifulcas y engaños que logran arrancar la mejor sonrisa de éste. Y es que en esta comedia se puede saborear al más auténtico Lope, al dramaturgo que escribía pensando en el pueblo y para el pueblo. De ahí que el divertimento quede asegurado. Todo se complica aún más con la llegada del Capitán Fajardo, que descubre el engaño y de dos pretendientes de doña Ángela. No obstante, como es habitual en obras de este tipo, la acción tendrá un final feliz.
Por otra parte, la puesta en escena es brillante. El elenco de actores es un acierto, pues todos actúan bien sin caer en la exageración o la mala interpretación. Incluso entonan romances en escena con acompañamiento de instrumentos musicales barrocos -tales como el violín, el cello o el archilaúd- que ayudan, si cabe más, a sumergir al espectador en el siglo XVII. Todo ello con un vestuario muy cuidado y con un decorado austero formado por un tablado algo inclinado y algunos paneles móviles con los que el director del montaje, Rafael Rodríguez, intenta recuperar la esencia de los auténticos corrales de comedias. Así, bien podría el público imaginar que está presenciando la representación de la obra que tuvo lugar en 1615 en la Casa de Comedias de Toledo, salvando las distancias obvias.
He aquí una muestra más de la buena salud literaria de la que goza Lope de Vega, pues cuatro siglos después de su existencia sigue divirtiendo al público y conectando con él, corroborando así la vigencia atemporal de su obra. Como ejemplo, baste citar que en el siglo XX esta pieza fue adaptada para la zarzuela El hijo pródigo de José María de Arozamena, de modo que puede afirmarse que el dramaturgo sembró en ¿De cuándo acá nos vino? la semilla de lo que sería el vodevil.
En definitiva, es encomiable la labor que está llevando a cabo la Compañía Nacional de Teatro Clásico pues gracias a los montajes que organiza acerca a los espectadores el teatro del Siglo de Oro, uno de los mejores de toda Europa. Hemos de estar orgullosos de este legado y, por ello, animo a quien tenga oportunidad a asistir a esta representación. No se preocupen por el lugar que ocupen en el "corral", pues tanto en la cazuela como en la tertulia, la alojería o en el patio de los mosqueteros se divertirán igualmente con los enredos que Lope tan bien sabía tejer en sus comedias haciendo honor al sobrenombre con el que era conocido: "Fénix de los ingenios".

miércoles, 3 de febrero de 2010

30. Cumplimos 1 año


Cesó todo y dejéme cumple su primer año de vida. Durante todo ese tiempo, Píramo y Tisbe han hecho girar su berbiquí de palabras para abrir una brecha cada vez mayor en ese muro que les separa. Y la brecha es ya un agujero que testimonia su amor mutuo y el amor por la Literatura. A la oquedad se han asomado muchos que han querido compartir su tiempo y sus ideas con nosotros. El eco de sus voces resuena por la pared felizmente vulnerada. A todos, nuestra gratitud.
En este nuevo año la bitácora seguirá su apostolado literario y aportará nuevos temas y proyectos. Con un formato ligeramente distinto, que ya hemos ido incorporando antes del aniversario, Píramo y Tisbe continuarán reseñando novedades editoriales o recuperando lecturas antiguas; seguirán acudiendo al teatro para traer un poco de su magia a estas otras tablas virtuales ante las que nunca se cierra el telón; viajarán para buscar las huellas de otros que también viajaron y dejaron su impronta literaria allá donde llevaron su pluma; recordaremos a aquellos que nos dejaron un poquito más huérfanos de genialidad pero que resucitan con cada palabra suya que rememoramos; ocuparán dos butacas de un cine para dar fe de que la Literatura, siendo para ellos el primer arte, también es el séptimo y todas las artes; se pondrán las gafas de profesores de Literatura y traerán el aula a la bitácora para explicar algunos datos sobre la historia de nuestras letras; defenderán con fervor la promoción y defensa de la lengua española, su buen uso y sus derechos; y, sobre todo, vivirán la Literatura porque ésta no es un montón de palabras llenando libros polvorientos sino una luz viva entre nosotros.
Durante los próximos 11 meses, además, centraremos especialmente nuestra atención en este año de Miguel Hernández que ya se ha iniciado. Que Tisbe resida en Alicante, tierra del poeta, nos hace testigos privilegiados de todos los eventos que en relación a este homenaje allí se produzcan.
Asimismo, este blog colaborará mediante algunos de sus artículos con el Diari de Tarragona, abriendo nuevas vías para la difusión de nuestra pasión por las letras.
Con la ilusión del primer día, seguiremos trabajando en este espacio, que es también vuestro. Sabed que si queréis dejaros caer por aquí, nosotros no cesaremos de escribir.
Píramo y Tisbe
Agradecimientos especiales:
-A Javier Angosto, seguidor fiel de nuestro blog desde el mismo día de su inauguración y gran dinamizador de nuestra sección Curas y Barberos, además de fuente inagotable de recreo literario, dechado de elegancia, gran azoriniano y mejor persona y amigo.
-A Agustín Trujillo y Eva Altarriba, por su paciencia en nuestro último viaje literario a Calatayud, por montarnos a la grupa de su Babieca en nuestras pesquisas cidianas y por la fotografía, que tras infinitas pruebas, encabeza esta bitácora.