domingo, 9 de octubre de 2011

122. Su nombre era el de todas las mujeres

A aquellos a los que nos gustan las canciones de Loquillo y, además, los versos de Luis Alberto de Cuenca, debiéramos estar de enhorabuena al hallar desde el pasado martes en las tiendas de discos, el nuevo trabajo del roquero catalán, titulado Su nombre era el de todas las mujeres y compuesto a partir de poemas del poeta madrileño.
Sin embargo, tras escuchar  las 10 canciones que allí se recogen, no podemos mostrarnos del todo satisfechos. Hay que advertir que el disco debe ser escuchado un par o tres de veces antes de emitir juicios de valor, porque éste gana con las sucesivas audiciones. Recuerdo que me ocurrió lo mismo con las versiones de Amancio Prada de los poemas de San Juan de la Cruz: al principio resultaban incómodas pero al educar con paciencia el oído a la propuesta del cantautor leonés, resultaron ser todo un hallazgo que guardo entre mis querencias musicales más preciadas.
Con las adaptaciones musicales de poemas pasa lo de casi siempre: hay que tener mucha pericia porque el ensamblaje no es fácil. Así, si los encabalgamientos de final de verso en los poemas de Luis Alberto de Cuenca fluyen con naturalidad, en las canciones de Loquillo se vuelven abruptos porque la unidad melódica y la sintagmática no se corresponden. Esto ocurre en la mayoría de las canciones, y  tan sólo en la que da título al disco, se acierta a aprovechar el encabalgamiento como llamada para el estribillo.  En ocasiones, una palabra esdrújula rompe la armonía o se producen aceleraciones silábicas para encajar con calzador palabras largas en unidades melódicas de escasa duración. Loquillo halla enormes dificultades cuando la canción se basa en un poema con verso libre: la ausencia de rimas vuelve el molde musical torpe. La máxima expresión de este desajuste está en la horrorosa canción “El encuentro”, que no hay por dónde agarrarla y que sólo salva los muebles por el crescendo final. En cambio, cuando versiona poemas con rima (sonetos o rimas asonantes en los pares), la música se equilibra. Finalmente, hay finales efectistas en los poemas que Loquillo no sabe sujetar; melodías monótonas y repetitivas; y en “La malcasada”, el cantante pronuncia “alista tus arrugas” en lugar de “alisa”. Menos mal que Luis Alberto de Cuenca no es Juan Ramón Jiménez.
Con todo, el disco tiene también sus méritos: la utilización acertada de estrofas como estribillos (la mayoría de ellos muy aceptables), licencias del cantante como la permuta de algunos versos en pro de una mayor flexibilidad, cambios melódicos en los tercetos de los sonetos (que es donde se condensa el efecto lírico del poema), tonos urbanos, tan propios tanto del poeta como del cantante y melodías agradables y pegadizas como en “Political incorrectness” o “Farai un vers de dreyt nien”. En “La malcasada” hay un muy buen contraste entre la paráfrasis del parlamento de ella y la reacción despechada de él. Son buenos los arreglos “galácticos” de “Alicia, disfrazada de Leia Organa”, aunque le sobra el tufillo a “country”. Hay una sola canción recitada, “La tempestad”, que yo creí erróneamente que pertenecía, por el tono, a la “Serie negra” del poeta y que está muy bien conseguida. Finalmente, encontramos al verdadero Loquillo en las versiones de poemas de temas transgresores (“Political incorrectness”, “Nuestra vecina”).
Lo cierto es que, aunque me he sorprendido tarareando algunas de las canciones del disco y hallo noble y, en ocasiones, hasta bastante meritorias las versiones, creo que sigo prefiriendo evocar a Loquillo gritando desgarrado “¡nena!” desde la ladera del Tibidabo y a los versos de Luis Alberto de Cuenca, parapetados en el sagrario de los libros, libre de la sacrílega mano de los refundidores.

5 comentarios:

Javier Angosto dijo...

Ay... Ya me lo pareció a mí cuando oí la de políticamente incorrecto. Pero, en fin, hasta que no lo oiga entero, no te puedo decir más.

Tisbe dijo...

No he escuchado el CD todavía, pero es cierto que es muy difícil musicar poemas. Hay que tener mucho don para eso.

M. Cortés dijo...

Un muy buen análisis sobre los pros y los contras que acarrea la adaptación de poemas al ritmo musical. Tengo que escucharlo más a fondo, pero creo que el resultado es muy bueno en dos canciones: "Political incorrectness" y "Camino de la Castellana". Muchas gracias también por pasarte por "Me sé cosicas".

A. C. dijo...

Me adhiero a las felicitaciones por el análisis (por el tipo de análisis, quiero decir, no por sus aciertos -que seguro que son todos-, porque no he escuchado el disco). Me reafirman en mi idea de que, si se 'musican' poemas ajenos, uno debe someterse servilmente a la música de los poemas. Por eso creo que da siempre mejores resultados que sean las letras las que adapten sus acentos a las músicas, no al revés.
Buena entrada, ciertamente.

Píramo dijo...

Javier, pronto recibirás el CD y así opinas con más conocimiento de causa.

Tisbe. Eso le pasó a Serrat el año pasado con el centenario de Miguel Hernández. Si el trabajo de los años 70 era un homenaje precioso, esta vez no ha sabido llegar al alma de los poemas. Porque musicar es como traducir: debe mantenerse el espíritu del original.


M.Cortés. Gracias por sus palabras. Coincido con su apreciación sobre "Political incorrectness", aunque no tanto sobre "Cuando vivías en la Castellana" (ese es el título original del poema de L.A. de Cuenca). Hay mayores aciertos que esa canción, que se antoja algo monótona en el ritmo, la melodía y los coros. Respecto a su blog, ya conoce mi opinión de algún comentario que le he hecho allí mismo: es magnífico.

Antonio Castellote (Bernardinas). Gracias también por sus palabras. Con el rigor y buen gusto que conozco en usted, esas palabras cobran más valor, si cabe. Efectivamente, la letra es mejor que se ajuste a la canción. Aunque hay adaptaciones musicales magníficas, como la mayoría (no todas) de las de Amancio Prada, que no sólo se adaptan al poema sino que son un bellísimo complemento que los subliman. Mi comentario sobre el blog de M.Cortés, sirven igual para el suyo. Si existiera una historia "bloguera", habría que acuñar con todos los honores el marbete de escuela aragonesa para ustedes dos. Felicidades.